Entrega 7

Desde donde estaba, Valeria podía ver el paisaje, la ciudad, todavía iluminada por el alumbrado público. Ella pudo reconocer edificios, iglesias y lugares que ella conocía a la perfección, pero había otras que no reconocía y mucho menos recordaba haberlos visto, eran edificios muy altos, muy grandes, incluso las luces se veían diferentes en varios tonos del mismo color amarillo. Se prometió a si misma que si regresaba sana y salva a la casa, iría a buscar esos edificios. Y hablando de casa, buscó la de sus abuelos, no estaba muy lejos de ahí, la encontró, o al menos eso creyó, solo veía un punto negro entre tanto amarillo. Sintió algo raro en el corazón.

En la azotea del templo, había un árbol, muy grande y frondoso, que daba unos frutos muy parecidos a las nueces, pero mucho más grandes, del tamaño de una pelota de béisbol. Frente al árbol había un circulo de piedra donde se podía hacer fogatas y una banca en forma de medio circulo rodeándolo donde se podían sentar. El vagabundo se acercó a Valeria con uno de los frutos en sus manos, para partirlo en dos, usando muy poca fuerza, sacando la nuez casi entera, en realidad era enorme.

– Cómela, te ayudara a reponerte – dijo él.

Valeria, como no queriendo la cosa, con mucha desconfianza e igual cantidad de hambre le dio una pequeña mordida, el sabor era algo único, completamente diferente a cualquier cosa que hubiera comido en su vida, imposible describirlo, como dijeran en esos viejos comerciales de comida chatarra: a que no puedes comer solo uno. No pudo dejar de comerlo, incluso cuando se acabó pidió más.

– ¿Qué clase de árbol es este? – preguntó, intentando acercarse, siendo detenida por el vagabundo.

– Nosotros lo conocemos como el árbol de la vida. Ha estado aquí desde que el templo fue construido. Come solo un fruto, más te podrían provocar grandes malestares, incluso quitarte la vida, y es algo que no nos lo podemos permitir – explicó el vagabundo con un tono de voz un tanto suplicante.

Por varios segundos más, Valeria luchó contra el vagabundo, empujándolo, tratando de hacerlo a un lado, no pudo, o era muy fuerte y pesado cosa que ella dudaba, o ella estaba muy cansada y débil al extremo, teoría que sería la más probable. Terminó desistiendo, principalmente porque alguien le habló.

– Bienvenida – dijo alguien a sus espaldas.

Valeria también lo reconoció, hacía mucho que no lo veía por las calles del centro de la ciudad, siempre cargando su bote que usaba como bacinica, además de sus cobijas siempre sobre sus hombros, fue por eso que se ganó el apodo de el cobijas.

Eran esas cosas las que hacían dudar de la veracidad y cordura de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Como podía creerles a una sarta de desequilibrados mentales, a quienes la higiene personal no era una de sus mayores preocupaciones.

– Te puedo asegurar que todo que te diga, veas o experimentes será nada más que la verdad – dijo el cobijas de inmediato, luego de que Valeria pensara lo que pensó, cosa que la sorprendió.

El cobijas se acercó a ella, Valeria esperaba el golpe de mal olor proveniente del cobijas, tal y como hubiera sucedido si es que se hubieran visto en las calles del centro de la ciudad, no fue así, aunque el aspecto físico del cobijas lucia descuidado, no olía feo, todo lo contrario.

– Ven, sentémonos – dijo el cobijas, señalando la banca semicircular de piedra, primero se acercó a la fogata, sacando algo de las bolsas de su pantalón, lo arrojó al interior de la fogata, provocando una pequeña explosión y el surgimiento de flamas que calentaron el ambiente, además de brindar luz para poderse ver bien entre ellos.

– ¿Dónde estoy? – fue lo primero que dijo Valeria en cuanto se sentó – este me dijo que aquí me darías todas las respuestas a mis preguntas, ora me cumplen – señalando al Vagabundo que permanecía de pie no muy lejos de ellos.

– Así es, yo responderé de mejor manera a todas tus inquietudes.

– ¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? ¿Qué se traen conmigo? ¿Qué onda con esto? – preguntó, mostrando el pedazo de vestido, fue detenida por el Cobijas, eran demasiadas preguntas.

– Tranquila, que tenemos todo el tiempo del mundo – dijo el Cobijas levantando ambas manos, a modo de señal de alto – sobre tus dos primeras preguntas, creo que Telmeo ya te explicó algo al respecto – dijo el nombre del vagabundo. Un nombre que Valeria nunca había escuchado. En cualquier otra circunstancia hubiera dicho algo, se hubiera burlado de seguro, en esos momentos prefirió esperar.

– Si, me salió con la jalada que era un punto de encuentro  cósmico o algo así y que la tierra había hecho la cosa esta, el templo, como ustedes, le dicen. Quiero saber la verdad – exigió.

– Así es – respondió con total seguridad – sé que sueño extraño y de algo fuera totalmente de este mundo, pero es cierto – hizo una pausa, mientras se ponía de pie, comenzando a caminar de un lado al otro, seguido con la mirada por Valeria – hace millones de años el universo explotó, creándose a sí mismo, en este preciso lugar – dijo, levantando las manos al igual que la vista al cielo que empezaba a cambiar de colores conforme el sol se aproximaba al horizonte.

Valeria soltó una risotada.

– Si, como no. ¿Me estás diciendo que este es el punto exacto del centro del universo? No mames – volvió a reír.

– No, yo no dije eso, el centro del universo no existe, y de serlo, estaría en constante movimiento. No, lo que yo estoy diciendo que aquí es donde el universo nació hace miles de millones de años – hubo una pausa dramática – y este punto específico del universo es la unión de todos los otros universos, paralelos a este, todos creados al mismo tiempo, además de que el tiempo no tiene sentido, se puede llegar a manipular.

– ¿Pudiendo viajar en el tiempo? – preguntó sorprendida.

– Así es – respondió el cobijas, de pie frente a Valeria – claro que eso no se logra a la primera, se requiere mucha preparación, estudio y fuerza de todo tipo, tanto física, como espiritual y mental, cosa que no es fácil, pero no dudaremos en que lograras dominar todos aquellas artes que necesitaras para logar tu propósito.

– ¿Qué propósito? – preguntó de inmediato, interrumpiendo.

– El único que has tenido durante todo tu existir – respondió de igual manera, sin perder el tiempo.

– ¿Durante toda mi vida? ¿Cuál es ese?

– No solo durante tu vida, más atrás en el tiempo, para luego hablaremos más a fondo de eso, por el momento, lo único que importa es el que sepas que esta no es tu primera vida, has tenido muchas. Y eso te será muy importante para salir victoriosa – hubo otra pausa dramática, cosa que le parecía gustar mucho al Cobijas – tu único propósito de existir es el vencer a todo mal que amenace no solo a este universo, sino a todos.

Valeria estaba con la boca abierta, no creía lo que acababa de escuchar, simplemente no podía. Se puso de pie, caminando lentamente, pasando junto a Telmeo, que solo la veía, llegando hasta la orilla de la azotea, viendo una vez más el paisaje, la ciudad, las montañas a la distancia, el sol se empezaba a asomarse a través de estas. La cabeza ya le dolía. Se talló la cara con ambas manos, intentando despejar la mente, alejar todos esos pensamientos que se le amontonaban en su cabeza, era poca la información que el Cobijas le había dado, unas pocas palabras, pero con mucho, demasiado peso y todas se amontonaban en su cabeza, por eso mismo también había dolor en el cuello y hombros. Tomó un largo suspiro y volvió al lado del Cobijas. Se sentó, observándolos a ambos, en especial a Telmeo que seguía en su lugar, tal y como Valeria recordaba el verlo en su parada de camión, solo estando ahí.

– ¿Qué fue eso del secuestro y el pulpo ese del frijolito? – Preguntó Valeria, recordando todo el dolor, queriendo saber de una buena vez por todas si lo que le sucedió fue real o no, era algo que la trastornaba demasiado – ¿fue real o no?

Hubo un silencio demasiado prolongado, Valeria veía como el Cobijas y Telmeo se veían entre ellos, viendo a quien iba a cargar con la culpa. Finalmente fue el Cobijas quien habló:

– No es fácil de explicar en términos que puedas entender – dijo con calma.

– No soy una pendeja, una niña chiquita que no entienda las palabras y su significado. Explícate – empezó a elevar la voz, enojándose.

– si fue real – dijo, con voz calma y baja, como niño regañado.

– ¡Lo sabía, hijos de su puta madre! – Valeria se puso de pie, volviendo a acercarse a Telmeo, para darle otro golpe en el rostro, ahora con el puño cerrado, con los mismos resultados que antes, Telmeo ni se inmutó – ¡¿Cómo se atreven?, bola de pendejos! – gritó, totalmente sacada de sí, acercándose al Cobijas con la intención de también golpearlo, pero no pudo, se quedó de pie, respirando agitadamente, con los puños y la quijada apretados con todas sus fuerzas. El deseo de golpearlo con más fuerzas que como lo hizo con Telmeo estaban más que presentes, su cuerpo una vez más, no respondía, era el Cobijas, aparentemente, quien la detenía y eso la hacía enfurecer de sobremanera.

Luego de varios segundos, Valeria tomó una decisión, seria paciente, ya que aparentemente no podría hacer nada en ese momento, esperaría que se presentara la primera oportunidad para desquitarse y lo haría de la peor manera posible, no importándole el resultado o su propia vida. Ese par de cabrones, en especial el Cobijas aprenderían lo que significaba el meterse con ella y meterle un susto de semejante categoría.

– Sé que quieres golpearme de la peor manera posible – dijo el Cobijas, llamando la atención de Valeria, aunque no se necesitaba ser un vidente o semejante para leer la reacción e intención de Valeria en contra de ese vagabundo pasado de lanza – pero permíteme terminar de explicar lo que realmente sucedió – hizo una de sus acostumbradas pausas dramáticas, para luego continuar con la explicación – Como ya te dije, esto es un templo que está construido más allá de cualquier línea del tiempo, empezando en cualquier momento de la historia del universo y de todos los universos creados junto a este. En gran variedad de ellos existen versiones tuyas, varias Valerias que viven vidas mucho muy similares a la tuya. Durante años, decenas de años hemos estado buscando aquella que era realmente a quien buscábamos. Para eso, se tenía que llevar a cabo una prueba específica, que se repitió miles de veces en la misma cantidad de universos, hasta que llegamos a ti, encontrando que tú eras aquella que tan desesperadamente estábamos buscando – explicó el Cobijas de manera calmada. Valeria ya podía moverse libremente, aun así, permaneció en su lugar, aunque todavía el coraje no disminuía, estaba siendo paciente – Existen ocasiones en que las conciencias de la misma personas en diferentes universos se entrelazan, generalmente cuando una de ellas se encuentra en un estado de profundo dormir y de percepción amplia, presentándose como sueños de todo tipo – dando por terminada su explicación.

La explicación hizo entender a Valeria que todo había sido un sueño y eso la tranquilizó de sobremanera, dándole paz a su cansada, confusa y sobresaturada mente. Aunque en realidad se la habían chamaqueado, ya que leyendo entre líneas el Cobijas había dicho que para llegar a ella y descubrir lo que tenían que descubrir al respecto de lo que estaban buscando, tuvieron que hacerle la prueba de algún modo, el cual ya sabemos cómo fue.

Valeria no dijo nada, simplemente se sentó en el mismo lugar de antes, estaba cansada, fastidiada. Se quedó asi durante un par de minutos, ni el Cobijas o Telmeo le dirigieron la palabra, dejándola ser.